martes, 27 de noviembre de 2012

El elefante encadenado


Hoy para dar comienzo ya a mi blog de alguna manera os dejo con una historia muy importante para mí.

Para la consecución de mis sueños, siempre llevo en mi cabeza la historia que ya muchos conoceréis del Elefante encadenado, a pesar de ser una historia muy típica y que se conoce mucho, a mi siempre me ha servido y siempre me ha sido útil, para no dejar nunca de soñar, para no poner un NO PUEDO en ninguno de mis sueños. Espero hoy ayudaros a borrar ese no puedo de vuestros sueños. 





Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.



También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.




La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.




El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene sujeto entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.


Hice entonces la pregunta obvia: - Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan? 
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.




Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.



Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.




Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía...

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE.



Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.


Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás, jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez…



Nosotros también vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad... condicionados por el recuerdo de los «no puedo»...

1 comentario:

  1. Me encanta estrenar tu blog con mi comentario, jejjejejeje.Seguro que te engancha esto del blog y nos enganchas a todos/as. a ver cuando me haces una visita que te leo muy feliz. Besos

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